Bueno, he terminado esta saga de los Reinos Olvidados con una sonrisa positiva en el corazón. Si bien este tercer libro es bastante diferente que los dos anteriores, no deja de llevar el hilo conductor común de Drizzt contra Todo-lo-Malo. Es el libro más luminoso de los tres, sin duda alguna, consiguiendo que hasta tú puedas sentir el aire fresco de la libertad de Drizzt Do’Urden. Teniendo en cuenta la opresiva atmósfera de Menzoberranzan y la salvaje naturaleza de la Antípoda Oscura, el brillo del sol y la luna hacen renacer el espíritu mítico de la fantasía en esta saga.
Drizzt se pasa durante todo el libro de un lugar a otro, huyendo de su pasado y de su raza, no pudiendo dejar atrás la sórdida vida de la que procede. Desde los antagonistas típicos, hasta los utópicos, el Drow se va encontrando con problemas procedentes de las razas conocidas como «buenas», pero también de las conocidas como «malvadas». Me gustan los saltos temporales de esta novela, la verdad es que acaba cansando un poco el esquema mítico de todo-pasa-en-un-lapso-corto-de-tiempo; a veces está bien que pasen 7 o 10 años, que las cosas evolucionen, que algunos personajes crezcan y que el protagoniste se vuelva más maduro fuera de la vista del lector.
En este libro Drizzt consigue encontrar su destino, consigue enterarse de que quiere ser un Vigilante, un siervo de los dioses y los hombres que protege a la gente y la bondad sobre todas las cosas y contra todos los males del mundo. En el camino hacia su propio destino, Drizzt se encuentra con el gran Montolio, un Vigilante que quedó ciego en la lucha contra un dragón, que vive en plan ermitaño solo por el monte. El viejo Montolio, Gwenhyvar y Drizzt forman un espectacular trío que se enfrenta a la «temible» hueste del jefe orco de la zona. En fin, previsible y paradigmático, pero no por ello menos molón. Eso sí, que me expliquen qué puñetera clase de D&D es Drizzt, porque parece a ratos un explorador, a ratos un guerrero, por momentos una especie de mago raro, un bárbaro… a saber, y encima Drow. El antagonista de la novela es el humano feote llamado Roddy McGristle que busca a Drizzt con la intención de cobrar una recompensa por la cabeza del elfo oscuro.
La novela y la saga, como tantas otras cosas en la vida, se puede medir con un doble rasero. ¿Simplicidad en los personajes o una completa falta de trasfondo? ¿Trama predecible o historia de aventureros? ¿Tiene la acción necesaria o hay demasiadas peleas? ¿Una fantasía clásica o una fantasía olvidada ya? Creo que se puede disfrutar muy bien de esta saga si no vas con la idea en la cabeza de «Creo que George RR Martin es el mejor escritor de fantasía de la historia y lo demás es solo basura que se ha creado para que él pueda escribir Canción de Hielo y Fuego«. ¿Capici?
La cita: -¿El tuyo es un lamento sincero? -preguntó Montolio-. ¿Sabes?, la mayoría no lo son. La mayoría de las cargas que nos imponemos se fundan en interpretaciones erróneas. Nosotros… al menos los que somos de carácter sincero… siempre nos juzgamos a nosotros mismos con normas mucho más exigentes que aquellas que aplicamos a los demás. Supongo que es una bendición o, según como se mire, una maldición. -Volvió los ciegos ojos a Drizzt-. Tómalo como una bendición, amigo mío, una llamada interior que te empuja hacia metas inalcanzables.
Foto: la primera de devianart.