Nexo de Caminos tiene nuevo hogar.
Lee esta entrada en nuestra nueva web.
Síguenos en nexodecaminos.com y en nuestro nuevo feed.
Hace mucho tiempo que no se habla de cómics en el Nexo de Caminos; ¡desde mayo! Me da pena no hablar más de cómics, pero ha sido cesar mi compra y «desvincularme» ligeramente de ese mundo, desgraciadamente para mí. Pero bueno, prometo hablar más amenudo a partir de ahora, sea donde sea y sea como sea. El caso que nos ocupa es el de los Metabarones, un tocho inmenso y hábilmente ilustrado por Juan Giménez y guionizado por Alejandro Jodorowsky. ¿Una obra maestra? No, pero no por falta de aspiraciones, primero veamos de qué trata.
Este tomo relata, desde sus inicios, la genealogía de los Metabarones; una suerte de Samuráis del futuro con unas vidas muy agitadas y unos pasados que en ocasiones te arrancan un «Oh dios mío, no quiero mirar, no quiero mirar!», en el sentido bueno de la expresión. Todo aquel que coja este cómic sabe que está delante de un tomazo de Ciencia Ficción, de Space Opera pura; pero separándose ligeramente de algunos tópicos de este género. Aquí no se habla de filosofía en el sentido bien/mal o todas esas cosas que dan para mucho pensar; aquí hablan de deber y destino. Los Metabarones (solo puede haber uno, como ya explicaré más adelante) son una casta de guerreros, los mejores guerreros del universo, que se encargan alternativamente de defender al gran Imperio Galáctico o de cagarse en sus muertos.
La historia es narrada por unos robotejos que con sus insultos y sus salidas de tono se hacen infumables, es una de las pegas del cómic. No paran de insultarse y de frenar la narración en cliffhangers bastante obvios… desalientan más que ayudan. Hablamos de cuatro o cinco generaciones de Metabarones, empezando por el primer Metabarón (que fue un pirata intergaláctico en sus días de mocedad) y acabando con el actual, un ser despiadado y temible que no conoce rival en el universo. Los Metabarones destruyen galaxias, defienden ellos solos imperios enteros y exterminan razas sin pestañear, esa es una de las gracias de este cómic, no engaña a nadie. Pero no son simples metaguerreros intercósmicos chupiguays, tienen una serie de valores y tradiciones que, a medida que pasa la narración, vas viendo su origen y su utilidad. Por ejemplo, la de mutilar a tu hijo con la intención de implantarle miembros cyborg; eso ocurre por casualidad al principio, y luego se establece como una necesidad; o la de llenar de microbombas atómicas el cuerpo del Metabarón, para suicidarse a lo grande si llega el momento. Todas las tradiciones (muchas claramente vinculadas con el Bushido) le dan un ambiente trágico al cómic, y aquí es adonde quería llegar con el título del post.
Es una gran tragedia griega, ya no solo por los diversos incestos, sino por el inefable y desalentador sino (destino/hados) que persigue a sus personajes. Todos tienen un destino que cumplir, y por una cosa o por otra, acaban cayendo en él sin poder evitarlo. Sus vidas son un compendio de calamidades que forjan su carácter y su família, consiguiendo hacerlos extremadamente buenos en lo que hacen (matar) pero tremendamente desgraciados en lo que no consiguen del todo jamás (amar). La Casta de los Metabarones es un cómic ligero y altamente recomendable para aquellos que disfruten con peleas espaciales, tecnologías alienígenas y malos rollos familiares con tintes trágicos. Los que no soportéis la sangre extraterrestre, las brujas interespaciales o los cetacyborgs (¿lol?), regado todo con la salsa grotesca del incesto, id dejando de lado esta reseña y este cómic, no os gustará.
¡Un abrazo y espero que os haya gustado!